lunes, 22 de marzo de 2010

Chopenjauer


Un cálido beso de su bella mujer le despertó. Los cuatro, fueron a ver el último partido del pequeño que gracias a una expectacular parada salvó la liga. Después, mientras comían juntos, Laura les dijo que había sido admitida el próximo curso en la universidad para la que aplicó. A eso de las seis, una llamada le comunicaba que los negocios con Japón se habían cerrado y que el cargo de director comercial que tanto ansiaba sería por fin suyo. Y al colgar fue cuando encontró motivos para sonreir por primera vez en el día.

3 comentarios:

Pitufa dijo...

Se respira demasiada felicidad en el ambiente... tantas cosas buenas seguidas... es raro no?

HombreRevenido dijo...

Ummm... muy interesante...
El orgullo, ese vicio que nos da grandes satisfacciones pero nos ciega ante la verdadera felicidad.

Lasa dijo...

Pitufa, no tantas cosas buenas, dejemoslo en alcojoles (ginebra si estoy en plan tranqui, si no, Teresa) y risas con los amigos para así compensar lo malo... ¡siempre se puede mejorar eso si!

HombreRevenido, busco la verdadera felicidad, pero ella se esconde mejor de lo que yo rastreo... Lo bueno es que hay cosas que descarto como "grandes metas" en mi vida. A veces descartar todas las soluciones malas te deja solo la solución buena posible. ¿¡Es la vida un Sudoku!?