
No, hoy no puedes escribir más. Es tarde, no se te ocurre nada. Estás intentando forzarte cuando siempre ha sido la inspiración la que llegaba primero y no al revés, ¿dónde estará? En otra ocasión escribiré más.
-¿En otra ocasión? - Susurra el pequeño duende verde con polainas de encima de mi hombro mientras oculta un cuchillos ensangrentado detrás de su espalda.
-Si, mañana lo intentaré de nuevo... - Contesto en voz alta.
Apago el ordenador y voy a caer entre las sábanas. Inspirar... expirar... ¡El duende ganó!