
Cada pieza encajaba perfectamente con la anterior, aunque alguna quedase en alguna posición complicadapara la siguiente. Sin descanso la sucesión inagotable continuaba siendo ordenada. las filas completas parpadeaban brillantes en una despedida siempre bienvenida que esperanzaba a seguir. La monótona caída de figuritas se convertía cada vez más rápido en una cascada que se acumulaba, multicolor, en un muro creciente.
Las formas ya no encajaban tan bien. El final se acercaba. Llegaba el momento. Antes que perder, el suicidio. Sin el menor intento de colocación se apretaba el botón para soltar la ficha en cualquier postura hasta llegar al final. Entonces la iluminada pantalla susurraba un eco en tu cabeza. GAME OVER.