martes, 3 de diciembre de 2013

Mi discurso de investidura

N
o me considero un nazi, me catalogaría como anarquista, y como tal, utópico. Pero a veces y por ver cómo reaccionan las personas, planteo la situación siguiente. Sé que es muy extrema, pero quiero que la analicéis fríamente dejando a un lado prejuicios morales o sentimentalismos, leedlo simple y llanamente con lógica. El origen de la idea viene del mito de la caverna de Platón y no del entorno en que hayamos vivido, vivamos o previsiblemente vayamos a vivir en un futuro. Es una ficción.
La historia es la siguiente:
Vivimos en un mundo en que solo hay esclavos, señores y un gran ordenador. Gente que lo tiene absolutamente todo lo que desean pero sin tener que realizar por ello esfuerzo alguno, con solo pedirlo al ordenador obtienen lo que desean, pero viven en unas zonas perfectamente delimitadas sabiendo que fuera no hay absolutamente nada. Solo se relacionan y conocen a su mismo tipo de gente y son educadas en la verdad, fuera no hay absolutamente nada. Por otro lado, están los esclavos. Su vida consiste en trabajar y son educadas en el esfuerzo y sacrificio como fuente única de la felicidad. Viven en unas zonas perfectamente delimitadas sabiendo que fuera no hay absolutamente nada. Siempre tienen trabajo por hacer, y con solo desearlo pueden trabajar más y obtener de ello todo lo que desean. Por otro lado está el ordenador que se encarga de dar a los señores aquello que desean y que los esclavos habrán hecho. ¿Habríamos logrado un mundo feliz?
 Todos tienen lo que desea y además, al no saber los unos de los otros, no habría envidias, luchas por el cambio, deseo de superación, pena, lástima ni solidaridad. Todos tienen o pueden llegar a tener todo lo que deseen. Tal vez os preguntéis si eso es posible, pero habida cuenta que hay gente que aún no cree en el evolucionismo y sí en la cienciología debería ser suficiente para convenceros de lo manipulable que puede llegar a ser un cerebro humano.
Yo particularmente estoy del todo convencido que esto se puede llegar dar. Y hoy, volviendo del trabajo, pienso que tal vez el dueño de la empresa del jefe de mi jefe, de mi jefe, de mi jefe, de mi jefe tal vez no conciba que a 100 metros de mi casa la gente se destruya con drogas fabricadas en el barrio. Que hay un elevado porcentaje de población debajo del umbral de la pobreza en España. Que mucha gente se quedará sin posibilidad de acceder a los estudios que deseen o necesiten para ganarse la vida por las becas que han desaparecido. Tal vez no sepa que ancianos jubilados son cabeza de familias otrora autosuficientes. Por mi parte no concibo lo que es ser millonario. No concibo el tener tanto dinero que pueda no trabajar en mi vida. El que pueda comprar absolutamente todo lo que vea en cualquier tienda que jamás haya estado. El poder tener un huerto y no preocuparme nunca más por si podré pagar la luz.

Hoy por primera vez lo veo claro. Tal vez viva en una caverna. 

jueves, 21 de noviembre de 2013

Y se colgó interné

¿Puede acaso la maldad ser castigada más severamente de lo que la desdicha nos hace sufrir a diario?

martes, 12 de noviembre de 2013

Chopin II.

Sus yemas pisaban suaves las teclas. Sus manos se deslizaban lánguidas arrancando lágrimas a cada cuerda martillada. No conocía físicamente al autor, pero cada nota que tocaba, cada frase, cada pieza, le describía a la perfección el alma que las había compuesto. Estaba enamorada de unas partituras. Enamorada de una pretérita existencia triste. De una sombra de luminiscencia incandescente. De una sombra ahogada de pena. De unas manos que habían sido capaces de recorrer las escalas con tal perfección. Cerró los ojos y siguió tocando mientras imaginaba que era aquel desconocido el que hundía las teclas y le regalaba su melancolía

sábado, 9 de noviembre de 2013

No es fácil ser un Troll.

Se escuchaba el eco disperso del goteo aquí y allá en la profundidad de su cueva. Estaba harto de su humedad. Se incorporó y dejó reposar su apestoso cuerpo sobre una gran roca. Hacía tiempo que no comía, algún día tendría que salir a cazar. Los rugidos de sus tripas le despertaban en cada ronquido. Pero no era sencillo. Últimamente el mago oscuro de las oscuridades más oscuras de las Tierras Lejanas de Más Allá estaba reclutando forzosamente a todos los de su especie para enviarlos como temibles y feroces bestias guerreras a una guerra que no les incumbía en absoluto. Nunca habían gozado de popularidad y cariño entre las razas altas de los bosques encantados de la región del Encantamiento, ni de las montañas montañosas del norteño norte, y esta guerra no iba a contribuir a mejorarlo.
Salió pesadamente de su cueva seguido del rugoso roce de sus pisadas sobre el pedregoso suelo. Fue a darse un baño como cada noche en el Pantano Apestoso. Entró cuidadosamente. Le encantaba ese momento. Le encantaba la sensación pastosa del fango enterrando sus pies. De la densa agua de olor denso cubriendo sus hombros y llenando sus enormes fosas nasales. Juntó las manos y cogió un poco de la sucia agua y la vertió sobre su cabeza, sobre su fea cara según los cánones de belleza impuestos por ese putrefacto mundo de razas amaneradas y débiles, de razas sofisticadas y nobles. Repitió esto varias veces mientras se masajeaba la cara. Disfrutó cada gota de barro que le caía por los salientes y arrugados pómulos y se colaba tímidamente por sus fauces. Las disfrutó como si cada una de ellas fuese a ser la última. Como si fuese la última vez que fuese a poder disfrutar de su momento.  A pesar de todo, los trolles también tenían su parte tierna. Una lágrima lechosa brotó de su ojo y se mezcló con la suciedad. Una lágrima que lloraba a todos los compañeros que el malvado mago le había robado. A pesar de todo, no era fácil ser un troll.

lunes, 28 de octubre de 2013

Despactando.

Se sentó frente a la ventana. Encendió su espirituoso nocturno y dejó que le ayudase a llenar su cerebro de ella. Pensó en su mentón. En el olor que había dejado en el cojín. Que sus manos le recordaran cómo era su espalda. Se conformaría con poder acariciarla hasta el fin de sus días. Si eso era mucho pedir, se conformaría con poder verla. Seria. Triste. Sonriendo. Llorando. Riendo. Lo había probado todo. Había nombrado a algún ancestro bíblico tres veces ante el espejo. Había grabado pentagramas y encendido velas. Pero no lo conseguía. Qué había que hacer. A quién tenía que dirigirse. Dio la última calada al espirituante y se giró. Allí estaba. Encima de la mesa. Un pequeño papel. Un pequeño papel que contenía su nombre. Su nombre completo. Con innumerables apellidos perdidos en el tiempo que le conectaban con centurias del pasado. Le conectaban con los albores de su existencia. Encima del papel una pluma. La cogió. A punto estuvo de firmar cuando titubeante volvió a dejarla donde estaba. No la quería condenar. No quería obligarla a la esclavitud de su capricho. En ese momento, el papel y la pluma desaparecieron con un destello y el eco de una carcajada. Una carcajada que le acompañó durante todos los días de su vida en que permaneció su recuerdo.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Un problema de clases.

Ella pertenecía a un mundo diferente. Era de otra clase. Un salto socialmente insalvable y repudiable. Sin embargo, cada vez que estaba con ella, cada vez que la acariciaba, se le olvidaba. Cada vez que su oscura piel le tocaba saturaba todos sus sentidos hasta alcanzar casi el umbral de inconsciencia. Venció el tiempo y supo que había llegado el  momento de irse. Se vistió. La necesidad de que llegara el siguiente encuentro le estrangulaba el cardias. Instintivamente dejó el dinero sobre la mesilla y salió.

lunes, 19 de agosto de 2013

El escondite de la felicidad.

Nadie se había fijado en ella para bien. Solamente miradas burlonas. Ninguna con deseo. Nadie la acompañaba nunca. Nadie quería robarle su soledad. Aquélla en la que había macerado su vida. No importaba. En su imaginación podía inventar. Abrió el cajón. Sacó dos pilas. Y al instante hizo salir de su escondite a la felicidad.

viernes, 9 de agosto de 2013

Amor drogadicto.

La miró vidriosamente desde su impotencia. Desde su bienestar. La sonrió. El aire aprovechó para colarse por los huecos prematuros de su dentadura. Ella le devolvió la sonrisa vidriosa mientras proveía su torrente sanguíneo. Pronto sus ojos se cerraron, pero su sonrisa permanecía. Desde su rincón dejó de percibir sus latidos. La siguió mirando y, sin perder su sonrisa, sus pupilas se despidieron de ella.

miércoles, 7 de agosto de 2013

El hechizo.

La luz de una vela alumbraba la oscuridad. Una pluma entintada rasgaba el silencio. La respiración queda. Sus labios pronunciaban en silencio la secuencia de caracteres que iba caligrafiando en el papel. Impregnó el manuscrito en sangre. Lo acercó a la llama de la vela y permitió que ardiese. Entre las cenizas, los símbolos quedaron resplandecientes. Uno a uno se fueron evaporando con un destello plateado. En algún lugar de la inmensa biblioteca, un libro ancestral añadía una página a su índice. Una página de poderes impíos que serían de utilidad a aquel que guardase auténtico dolor en los rincones de su esencia.

martes, 6 de agosto de 2013

Killswitch Engage.

Desgarraba sus cuerdas vocales contra el micrófono. Una sucesión de notas distorsionadas concordantes le daban la razón a cada golpe de púa. Haciendo nimias las dificultades de los técnicos de sonido, aplastaba el aire contra el suelo con la contundencia del conjunto. Invocó la energía de las gentes. Absorbió el sopor. Y se fue tan agradecido como agradecimiento recibió.

jueves, 11 de julio de 2013

Amor en el vagón.

Desde su asiento gris podía sentir el olor de los enemigos de la ducha. Pero no le importaba mientras esa sensual y erótica voz le susurrase al oído la siguiente estación. Sonriendo, decidió que en la próxima reencanación renacería como altavoz de tren, para así poder acariciar aquella enamorante afinación de unas anónimas cuerdas vocales.

Maldita miopía.

Las gafas estaban cerca, pero inalcanzables. Las lentillas imposibles. Los prismáticos en el armario.
El movimiento armónico de la cabeza de ella se podría describir según alguna función periódica de frecuencia blasfema.
Y mientras tanto, él se lamentaba en silencio de su inoportuna miopía.

Buscando un hueco.

Deslizó sus yemas desde sus pómulos al mentón. Continuó deleitando su tacto con su cuello. Bajó hasta sus pechos, pero no se entretuvo. Llegó hasta su vientre y se dejó caer hasta el valle. No quiso abusar y volvió a subir. Subió hasta el rincón de su ombligo, y allí acampó. Sin duda le gustaba todo de ella. Decidido, ella iba a ser su guarida para los restos, para siempre, para nunca...

viernes, 28 de junio de 2013

Un sueño.

Te odio. Antes me era indiferente tu vida. Ahora sólo deseo tu muerte. Crees que la categoría que te respalda entre esas cuatro paredes te da derecho a tratarme como a las pelusas de tus arrugas. Como si pudieses disponer de mi vida a tu antojo. Como si mis inquietudes no existiesen más allá de las tuyas. Espero que algún día un infarto muerda tu corazón y yo sea la única persona presenciándolo. Y que mi móvil sea el único teléfono en 10km a la redonda. Te miraría. Llamaría por teléfono dejándote idealizar con la esperanza de que estuviese pidiendo ayuda. Entonces, te lo pasaría y disfrutaría de tu agonía cuando escuchases la frase "buenas noches, ¿cuál va a ser su pedido?". Me carcajearía en tu cara mientras te arranco el teléfono de las manos y me marcharía. Me marcharía pensando que me repugnas tanto, que ni siquiera me daría la vuelta para ver cómo mueres.

miércoles, 26 de junio de 2013

Un niño en los 90.

- Hijo, ¿por qué pegas el mosquito a ese moco?
- Para que algún día puedan clonar nuestros dinosaurios, papá.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Comentario a "Tardío"

Como esta página no me carga los comentarios, te lo hago por el medio que sabemos, un microcomentario.
Gran regreso, por todo lo microalto.

Últimamente V.

"Un vaso de realidad viene bien cuando tu idiotizado ánimo se desdensifica y flota". Eso es lo que pensó mientras dejaba caer la segunda chusta. Jodeeeeeeer, ¿no había aprendido nada de los palos pasados? Era como el perrillo maltratado que vuelve a querer a su perverso amo. Era consciente de su situación y lo sabía. Sabía que no se tenía que dejar llevar, que tenía que cortar de raíz cualquier clase de sentimiento incipiente. Por ello intentó recordar. Y pudo recordar, aunque difuminadamente, el agobio, la agonía, el malestar y los nubarrones. ¿Es eso lo que tenía que hacer? ¿Recordar lo terrible y atajar aquellos sentimientos que podrían llevarle al mayor de los disfrutes físicos y metafísicos, limitándolos a un simple sentimiento de gozo acotado? ¿O por el contrario, dejarlos crecer deliberadamente según una función exponencial que, como ya conocía, iba a terminar, indefectiblemente, de forma abrupta dejándole caer desde lo más alto? Bueno, por lo menos, si esta vez caía, no iba a ser con los ojos vendados y por sorpresa. El desenlace lo conocía, todo ese placer presente se iba a convertir en todo aquello que ya había vivido y que hacía una chusta había recordado. Ahora lo único que quedaba era definir una función que minimizase los daños. En esto no podían ayudar Rolle ni L'Hopital. Mr. Proper ni KH7. Así que se lio otro de esos y buscó una solución en la densidad vaporosa de su aturdimiento.

martes, 21 de mayo de 2013

Tardío

Tardío.
Estío.
Baldío.
Vacío.

El re-encuentro ha sido tardío
pero me anticipo al estío
por no dejar tu corazón baldío
dejo de mis palabras el cerebro vacío.

<= Con hilo musical

martes, 7 de mayo de 2013

Amor inconformista.

Le entregó su amor; pero no era suficiente.
Le entregó su alma. Tampoco.
Le entregó su corazón, sus ojos, sus pestañas, hasta sus pezones; pero nada.
Plenitud de insatisfacción. Le entregó todo, hasta el aire que vivía en su ombligo.
Era como un agujero negro insaciable.
Y cuando ya no le quedaba nada más que los huesos, su esqueleto ya no le parecía atractivo.
Le dejó.

lunes, 29 de abril de 2013

Invocación.

Se sentó sobre la banqueta y comenzó a deslizar sus dedos sobre las teclas del órgano. Siniestras armonías brotaban desde las profundidades de los infinitos tubos. Notas tétricas componían la trágica melodía que hacía resonar los huesos de los difuntos en sus tumbas. Ese diabólico instrumento era el único ser capaz de hacerle llorar. Ese era su castigo y su deleite. Ninguna lágrima se derramaría desde sus ojos inspirada por un sentimiento. Solamente la lúgubre perfección de su destreza sobre el instrumento le permitiría llorar. Pero él quería hacerlo. Bullían sus lagrimales. Pero no podía llorarla por sí mismo. Así que decidió invocar su llanto como había sido condenado a hacerlo. Se odió por no poder llorar movido por la pesadumbre que ensombrecía su ánimo. Por el luto que envolvía sus ganas. Y ya que no podía dedicarle voluntariamente sus lágrimas decidió no parar de tocar jamás. No parar ni siquiera cuando los calambres en sus dedos le atrofiasen el movimiento. Continuó tocando durante días, semanas y meses. Simplemente continuó tocando.
Se comenta que aún hoy día se escucha, allí donde no quedan más que las ruinas de una antigua iglesia, una triste melodía. Una penosa pieza. Y de fondo, si uno se fija bien, se pueden oír los sollozos de un río de lágrimas fluyendo invisible desde ningún sitio hacia ningún lugar.

viernes, 12 de abril de 2013

Demagogia.

No había punkis. No había gentuza. Había familias con sus hijos pequeños y mayores. Ancianos que recordaban épocas de escasez mejores que la edad de pedrolo de ahora. No había elementos corrosivos dentro de esa manifestación antipacífica. Cada uno portaba en su mano derecha un mangual, mientras que en la izquierda aferraban un anticristo para mandar a sus víctimas directamente al infierno. Había cientos de antidist[CENSURA] desarmados, sin casco, sin escudos, sin botazas. De pronto uno de los ant[CENSURA] alzó una mano en son de paz. Gesto leve que  desencadenó la avalancha. Los temibles ciudadanos, hartos de recibir hostias, dieron rienda suelta a su ira y cargaron. Los cientos de an[CENSURA] se vieron rodeados y sobrepasados en fuerza y número. El final de la historia es mentira, como todo lo demás. Igual suena a demagogia, sí, pero habría sido tan bonito.

Crítica desagradable.

Me duele hablar de "La Gente" para generalizar una crítica sabiendo que eres mi amigo y estás incluido en ella.

Fétida misantropía.

Me desagradáis profundamente a estas horas. Y espero que yo a vosotros también. Zombies trajeados. Expresiones infrahumanas indelebles. Altivas enfundadas en medias oscuras. Altivas ya tan temprano. Caras subevolucionadas. Dignos de desprecio titánico. ¡No me toques! Esquívame, no nos rocemos. Me provocáis tanto desabrimiento que no sois merecedores de mi fetidez. Bueno no. Aquí lo suelto para aquel que involuntariamente quiera respirarlo.

domingo, 7 de abril de 2013

Marivampiros, Diablerie y esas cosas.

Vampiros metrosexuales. Vampiros atormentados con ojeras y labios pintados de rojísimo. !¿Vampiros que brillan con el sol?!  No podía permitirlo más. Se enfundó en su capa negra. Sonrió, o eso parecía, dejando que la no luz le deslumbrase los colmillos y salió de su cripta. Esta noche iba a cenar... Marivampiros.

¡Friqui!

¡¿Friqui?! Anda que si pudiese invocar a Yog Sothoth, le ibas a llamar friqui a la marrana de tu madre.

¡Maldición!

La besó y se convirtió en una hermosa princesa. ¡Maldición! Qué iba a hacer ahora un sapo hecho y derecho en celo como él, con una remilgada y presumida rubia como ella.

Una idea II.

Ablanda. Desmenuza. Cubre de tabaco y arrópalo con la sabanilla de arroz. Ponle un filtro. Enróllalo, pero no te entretengas mucho en ello, que no es para exposición. Deja a Justin Hinds y los Dominoes que te acompañen de fondo. Tranqui, no te piden nada a cambio. Enciéndelo.
Y a disfrutar.

La vida sigue II.

Puso la uno. 7 muertos y 17 heridos sin contar el suicida.
Puso antena tres. Irán, China, los Estados Unidos de Imbécilandia, Grecorroma, Sodoma, la Atlántida, la ciudad hundida de R'Lyeh y algún pueblucho más se encontraban tensos y querían montar una guerrucha con sus miniaturas humanas.
Puso telemadrid por accidente, pero en cuanto escuchó la primera sandez se dio cuenta de su error y cambió.
La sexta, Bárcenas, su puta madre y la puta de la puta de la madre que parió a su bisabuelo por parte de tataratío seguían robando. Bueno, mientras fuera dentro de la tele...
Se encendió el enrollado canuto de tabaco y de felicidad y concluyó sentado en el sillón. Aunque quisiese, no podría hacer nada por mejorar tales desórdenes, así que se dejó inundar de aturdimiento aromático.

Cansado.

Mañana no me despiertes para nada que no sea dormir.

viernes, 29 de marzo de 2013

El bello Púbico.



Púbico era un apuesto joven, bello pudiera considerarse. Alto, moreno, un tanto retorcido, no voy a decir que no, pero simpático. Era duro de pelar y siempre estaba en boca de todas, incluso en boca de más mujeres de las que cabría esperar. En boca de algún despistado que no quería perderse el placer de hablar sobre el bueno de Púbico. Sin embargo, llegaron malos tiempos. Tiempos en los que surgieron nuevas modas en las que los metrosexuados y las metrosexuadas comenzaron a rechazarle. Nuevas tecnologías como las maquinillas y el láser. Inventos que siempre le habían inquietado. Tiempos complicados para Púbico el bello. Pero así es la vida, unas veces estás arriba y otras… Otras estás abajo. Pero tranqui Púbico, yo sé que aunque ya no eres bienquerido, todos te llevamos en nuestro ancestral órgano vital. En nuestro corazón siempre tendrás un lugar para habitar.

jueves, 28 de marzo de 2013

Hacia el final II.

Ya no se escuchaban los gritos enfurecidos de hacía tan sólo unos instantes. Ya no había rabia. Ahora sólo oía gemidos. Quejidos y súplicas de ayuda. Tullidos. Amputaciones. Perforaciones. Miró al suelo, y donde no había cadáveres veía charcos de sangre, negra en la oscuridad de la noche. Y donde no había charcos de negra sangre, veía cadáveres. Aflojó su mano y dejó caer su hacha al suelo. Se puso de rodillas y subió la mirada. A través de la mapara lacrimosa veía la luna borrosa. Ni siquiera esos cientos de muertes que cargaba sobre su conciencia habían sido suficientes para pacificar su alma. En su cabeza seguía tatuado el olor, el tacto, la silueta, la tersura, la ondulación y la sonrisa de lo que más quería, había querido y querría en su vida. Se puso en pie, y sin esperar a nadie y omitiendo el recuento de bajas, comenzó a caminar por el mar de sangre. Andó dejándose guiar por la imagen que le había acompañado toda la batalla. Alcanzó la costa. No se detuvo. Continuó hacia el océano. Hundió los pies. Los tobillos. Rodillas. Cintura. Y así, sin borrar de su cabeza la imagen de la esposa que todo ese sin sentido se había llevado, se dejó arrastrar hacia el final.

viernes, 15 de marzo de 2013

Una idea.

Si quieres suicidarte por amor, aprovecha los tres primeros meses.

domingo, 13 de enero de 2013

Hacia el final.

La imagen de sus hijos le cruzó la mente. La cara de su mujer sonriendo. Los ojos de su mujer llorando y sus labios mojados por la tristeza. La risa de su gran amigo. La gravedad de su mirada. De repente, una corneta le sacó de su ensoñación y le trasladó hasta el retumbar de las pisadas. De los tambores. Miles de pies caminaban juntos al mismo son. Un mar de hierba se extendía ante ellos. Banderas ondeaban sus colores bajo la luz del aplastante sol. Al fondo, otros miles de pies seguían la misma marcha pero con opuesta dirección e intención. Su estómago se contraía y se relajaba casi al mismo tiempo. No desvió la mirada hacia ninguno de sus compañeros porque sabía que no encontraría refugio para su horror. No encontraría consuelo en sus endurecidos y amedrentados gestos. Así que intentó concentrar toda su fuerza en evocar el olor, el tacto, la silueta, la tersura, la ondulación y la sonrisa de lo que más quería, había querido y querría en su vida. Y con ese sueño comenzó a correr hacia el final.

La vida sigue.

Qué dramático, llovía y las gotas de agua se deshacían sobre la piel de su cara. Sobre la sinteticidad de su chaqueta. Y se mezcalabn con las lágrimas que se precipitaban desde el abismo de sus párpados. Sus piernas parecían rebelarse contra la oreden básica de la locomoción. Sus puños apretados gritaban rabiosos e impotentes hacia el suelo. Los pocos transeúntes que obligadamente se veían en la situación de tener que caminar bajo aquel tiempo de mierda pasaban rápidos. Ignorantes ante la pena de aquella criatura. De pronto comenzó a andar. Subió la empapada calle contracorriente. Cada vez la veía más pequeña desde el portal hasta que al final desapareció. Quién sería ese penoso ser y qué le habría llevado a esa desgraciada quietud. Bueno, en cualquier caso no podría haber hecho nada por esa persona, así que salió de su refugio y comenzó a caminar pensativo bajo aquel tiempo que cada vez le gustaba más.

sábado, 5 de enero de 2013

Últimamente IV

Miró hacia arriba, directamente a los ojos de las nubes (que son los pedos de los ángeles, que eso nunca lo dicen) y las urgió a apartarse. Quería mirar a Dios directamente a los ojos. "Tira ya el dado de diez y saca pifia de una vez y termina el juego, joder". ¿Por qué le habría elegido a él para sus juegos celestiales? De pronto, una vocecilla procedente de la acera le chivó al oído que no era tan importante, y no era el único con el que los dioses disfrutaban roleando. Miró hacia abajo y allí vio al cigarro con los brazos cruzados y devolviéndole  la mirada altivo. ¿Tú también? Sin más, se levantó del poyete y lo pisó; pero no con rencor, sino con pena. Y para no dejarle agonizante como a las pobres hormigas que accidentalmente se cruzan en el camino del torpe ser humano, retorció el pisotón hacia los dos lados y lo remató. Se fue sin mirar atrás. No quería saber si lo había hecho por la rabia contenida por no poder controlar sus sentimientos o por la traición de su reciente y enroscado amigo hecho de papel y hebras de tabaco.

Últimamente III

Esta vez no apagó el cigarro. De hecho no lo había encendido. Lo tiró intacto al suelo. Pero no lo pisó como se suele hacer. No tenía nada en su contra. Puestos a pensar, era el único que no le había perjudicado en mucho tiempo, así que le parecía justo tener esa deferencia con él. Permaneció sentado y aguantándole la mirada mientras su depresiva genialidad concluía sus pensamientos. ¿No había quedado en que "ilusionarse con algo sólo daba la posibilidad de bla bla bla"? Entonces, ¿qué carajo estaba haciendo? ¿Volverse a ilusionar? Pensar que puedes controlar tu cuerpo y sus irracionales sentimientos es como intentar que el joven Nathanael no se enamorase de la bien tallada joven. ¡A buenas horas! ¿Tres siglos después te planteas esto? Idiota. Inténtalo otra vez. Venga va. Querer más de lo que te quiere a ti te deja desnudo delante del paredón, solamente con una venda en los ojos y a merced de su puntería. Esta vez el cigarro se agitó por la intensidad de sus pensamientos. O bueno, simplemente por una pequeña ráfaga de aire que en ese momento quiso darse impotancia y sacarle de la profundidad de sus reflexiones. Subió la mirada por saber si Newton le iba a dejar inconsciente de un manzanazo, o si Dios se iba a decidir a dejar de jugar a los dados con su vida.