Cuánto dolor puede aguantar una persona. Cuánto sufrimiento y cuánta tortura. Cuánta sangre puede manar de un corazón seco. Cuánta saliva puede escupirse cuando no quedan palabras. Cuánto puedes arrastrate cuando no te quedan manos. Cuánto puedes respirar cuando no te quedan pulmones por fumar. Cuánto puedes beber cuando no dejas de estar borracho. Cuánta miseria puedes aguantar cuando no te quieres. Ya no sufro ni me torturo, aunque, más que nunca, noto mi cuerpo. Ya no sangro, aunque ya noto fluir mi sangre. Aunque escucho a mi corazón tocar. Ahora respiro un humo sin ti. Me emborracho sin pensar en ti. Mi saliva es más mía que nunca, y las palabras ya no están intoxicadas por el odio. El alcohol sigue empapándome por dentro, pero ya no hace barro. Ahora puedo pegar a alguien y no por frustración. Puedo sentir odio y no es por ti. Puedo quererme porque ya no lo ocupas todo. Puedo sentir porque ya no me saturas. Ojalá. Ojalá no fuese así, y siguieses siendo tú quien me llena. Pero gracias a los dioses, tuyos y míos, de ellos y de los demás. Gracias a quien sea, pero ya no eres tú quien maneja mi ser, mi cuerpo y el alma que no tengo. Ahora soy yo quien tiene los mandos y quien llora por lo que quiere. Quien bebe por quien quiere. Quien se jode los pulmones por quien quiere. Quien escribe por escribirte, y a conciencia. Porque quiero hacerlo y no porque me lo pida tu representación onírica. Ahora te dedico estas palabras porque realmente quiero hacerlo. Ojalá me leas algún día. Ojalá me vuelvas a sentir algún día desde tu sofá. Y ojalá volvamos a no vernos, para que el tiempo sólo nos deje el residuo de lo que fue bueno. Y podamos pensarnos sin odiarnos. Que solamente nos quede el esqueleto de lo que aquello fue. La anorexia de esos sentimientos que tuvimos. Ojalá pueda seguirte dedicando letras y notas desde mi rincón. Y ojalá pienses en mí mientras haces pis. Ojalá seamos uno solamente en un recuerdo. Espero que cuando vaya a morir, sigas estando en mi mente, y que mi último pensamiento seas tú.