Seguro que tú recuerdas el primer beso.
Yo recuerdo el último.
Quién nos/me iba a decir que iba a ser el último.
Y total, ¿para qué?
Tendría que haber hecho un nudo con nuestras lenguas para que no te fueras.
Ahora mi boca está seca.
Mi saliva no es completa sin la tuya.
Desde entonces, el cauce de mis venas no conduce sino aire.
Mis arterias han dejado de ser rojas y se han marchitado.
Azules como venas, permanecen inútiles dentro de la carcasa seca que soy.
Para qué las quiero si mi músculo central ya no bombea.
Para qué quiero mis manos si no te puedo tocar.
Para qué quiero los brazos si ya no te abrazan.
Y para qué quiero lengua si no puede encontrar refugio en tu boca.
Ahora el remordimiento me come.
Desaproveché la última oportunidad que me diste.
La última. La recuerdo.
La última también valía.
Adiós
Hace 3 años