sábado, 4 de diciembre de 2010

Lugar equivocado, momento equivocado...


Se acercaba ya avasallando. Altivo miraba por encima de nuestros hombros, y no solo por el mero hecho de estar depié mientras nosotros tecleabamos en nuestros puestos, sino que su ego le empujaba tanto del culo hacia arriba que le hacía pasearse de esa destartalada guisa. Su arrogancia le empujó a acercarse hacia sus subordinados y pillando a uno desprevenido le sentenció a cuatro horas extra más sin remunerar. Sonriente volvió a su despacho mientras aquí suspirabamos por habernos librado de él esta vez.

1 comentario:

Blogsfemo dijo...

Ehh!! Yo conozco a ese tío... Vive en mi casa..