martes, 3 de diciembre de 2013

Mi discurso de investidura

N
o me considero un nazi, me catalogaría como anarquista, y como tal, utópico. Pero a veces y por ver cómo reaccionan las personas, planteo la situación siguiente. Sé que es muy extrema, pero quiero que la analicéis fríamente dejando a un lado prejuicios morales o sentimentalismos, leedlo simple y llanamente con lógica. El origen de la idea viene del mito de la caverna de Platón y no del entorno en que hayamos vivido, vivamos o previsiblemente vayamos a vivir en un futuro. Es una ficción.
La historia es la siguiente:
Vivimos en un mundo en que solo hay esclavos, señores y un gran ordenador. Gente que lo tiene absolutamente todo lo que desean pero sin tener que realizar por ello esfuerzo alguno, con solo pedirlo al ordenador obtienen lo que desean, pero viven en unas zonas perfectamente delimitadas sabiendo que fuera no hay absolutamente nada. Solo se relacionan y conocen a su mismo tipo de gente y son educadas en la verdad, fuera no hay absolutamente nada. Por otro lado, están los esclavos. Su vida consiste en trabajar y son educadas en el esfuerzo y sacrificio como fuente única de la felicidad. Viven en unas zonas perfectamente delimitadas sabiendo que fuera no hay absolutamente nada. Siempre tienen trabajo por hacer, y con solo desearlo pueden trabajar más y obtener de ello todo lo que desean. Por otro lado está el ordenador que se encarga de dar a los señores aquello que desean y que los esclavos habrán hecho. ¿Habríamos logrado un mundo feliz?
 Todos tienen lo que desea y además, al no saber los unos de los otros, no habría envidias, luchas por el cambio, deseo de superación, pena, lástima ni solidaridad. Todos tienen o pueden llegar a tener todo lo que deseen. Tal vez os preguntéis si eso es posible, pero habida cuenta que hay gente que aún no cree en el evolucionismo y sí en la cienciología debería ser suficiente para convenceros de lo manipulable que puede llegar a ser un cerebro humano.
Yo particularmente estoy del todo convencido que esto se puede llegar dar. Y hoy, volviendo del trabajo, pienso que tal vez el dueño de la empresa del jefe de mi jefe, de mi jefe, de mi jefe, de mi jefe tal vez no conciba que a 100 metros de mi casa la gente se destruya con drogas fabricadas en el barrio. Que hay un elevado porcentaje de población debajo del umbral de la pobreza en España. Que mucha gente se quedará sin posibilidad de acceder a los estudios que deseen o necesiten para ganarse la vida por las becas que han desaparecido. Tal vez no sepa que ancianos jubilados son cabeza de familias otrora autosuficientes. Por mi parte no concibo lo que es ser millonario. No concibo el tener tanto dinero que pueda no trabajar en mi vida. El que pueda comprar absolutamente todo lo que vea en cualquier tienda que jamás haya estado. El poder tener un huerto y no preocuparme nunca más por si podré pagar la luz.

Hoy por primera vez lo veo claro. Tal vez viva en una caverna.