lunes, 2 de agosto de 2010

Ops!

Desde el momento en el que entró llamó la atención a pesar de su disimulado atuendo, pero nada hacía sospechar que bajo su antigua y larga gabardina ocultase un arma. Tras poner en un cesto un cepillo de dientes, una botella de mal güiski y un paquete de chicles se dirigió a la caja donde más cola había con intención de perpetrar la criminal actuación.


Su capacidad de análisis le decía que apenas contaba con un minuto antes de que un posible coche policial apareciese para atender a la llamada de atraco, así pues justo podría tomar el dinero de la caja de la cola en la que estaba y si acaso de la que estuviese adyacente. Pensó también que la caja con la cola más larga sería la que tendría más dinero, y además, estaba de suerte, la gente de delante llevaba grandes carros cargados de caros productos. El cliente anterior a él pagó con tarjeta el paquete de pan bimbo y los 200 gramos de chopez-pork que compró, pero el ladrón se sonreía pensando en los más de mil euros que podía conseguir de los anteriores siete consumidores.


Llegó a la caja, sacó la escopeta, disparó al aire y con un rugido proclamó que eso era un atraco. 10 segundos. La gente por los suelos sollozaba y la cajera aprovechó la coyuntura para orinarse encima. 15 segundos. El atracador bramó a la dependienta que abriese la caja y le diese todo el efectivo que hubiese. 20 segundos. Esta solloza. 25 segundos. El repite la orden y ella entre temblores señala una serie de carteles que hay encima de las cajas de la zona. 35 segundos. SOLO PAGOS CON TARJETA. 40 segundos. Corre el pobre desgraciado hacia la puerta y pone pies en polvorosa.